Había una
vez, a mediados del siglo pasado, en el año 1.956, “unos locos“, porque eso se decía que eran,
“unos locos“, en un barrio muy lejano de lo que era la Sevilla de esa época.
Estos locos se reunieron y decidieron que el barrio necesitaba una hermandad.
Ese barrio era y es el Tiro de Línea y esa Hermandad, era y es, la de Santa
Genoveva.
Con el paso del tiempo, a estos hombres se les
unieron gente del barrio que creyeron con fuerza en el proyecto. Uno de estos
hombres es Antonio Fernández Rodríguez, nuestro
Antoñito, que es el segundo protagonista de este cuento.
Pues estos hombres locos, encargaron a un
imaginero joven la hechura de sus imágenes, primero la Virgen de las Mercedes y
luego el Señor Cautivo. Fue impresionante la acogida que tuvieron en el barrio.
Eran unos vecinos nuevos a los que poder contarle sus cosas, lo bueno y lo malo
y también todo aquello que necesitaban y a ver si estos vecinos que acababan de
llegar les echaban una mano.
Entre los meses de Diciembre de 1.985 y Febrero
de 1.986, la Junta de Gobierno de la Hermandad, cree oportuno que el Señor
tenga un nuevo cuerpo completo y que estuviera cubierto únicamente por un
pequeño sudario. Para hacer este trabajo, la Hermandad sigue confiando en José
Paz Vélez, que fue la persona que hizo las imágenes.
Se le
confió la labor de supervisar los trabajos del imaginero a este hombre “loco”
del que estoy hablando, que no es otro que Antoñito. Sé, porque por aquellas
fechas ya llevaba yo algunos años colaborando con la Hermandad que fueron
muchas las noches que Antoñito pasó sin dormir hasta que el cuerpo del Señor se
terminó.
Como marca la tradición, los restos del cuerpo
antiguo se hicieron ceniza y se pusieron dentro del que tan maravillosamente
tallara Paz Vélez, pero a este loco de Antoñito le daba muchísima pena ver que
los pies originales del Señor en el que habían sido puestas tantas ilusiones,
tantas esperanzas y tantas lágrimas en forma de besos los viernes de Cuaresma,
ya no vivieran más y decidió, supongo que con el consejo de ÉL, que esos pies
en los que los vecinos del barrio habían depositado sus sentimientos, se
conservaran para toda la vida, dentro del cuerpo del Señor.
Cuando este año, la actual Junta de la Hermandad
con el apoyo mayoritario de sus hermanos, encargó los trabajos de restauración
a nuestro querido hermano Fernando
Aguado, al realizar las pruebas necesarias para saber en que estado de
conservación se encontraba el Señor, se comprobó que los primeros pies del
Señor, LOS PIES DEL BARRIO, estaban dentro de su cuerpo. Las únicas personas
que lo sabían eran el imaginero, ya fallecido y Antoñito. Ha sido un secreto
que firmaron, como se hacia antes con un apretón de manos. Pero el tiempo nos
ha devuelto esta historia tan llena de ternura y afecto a la imagen del Señor.
LOS PIES DEL SEÑOR, están en el lado izquierdo de
la imagen, en el corazón del Señor y de esta forma todos los sentimientos de
muchísimas personas del barrio que ya no están con nosotros, si seguirán
estando cerca de ÉL
Este relato sale a la luz con el permiso de
Antonio Fernández, le preguntamos y nos dijo que no le importaba compartir este
secreto con toda su hermandad de locos en la que él sigue estando con nosotros.
Gracias Antoñito, por esto y por tantas cosas.